"Me parece tan ridículo que se pretenda que una persona quede atrapada en un traje... O sea, el traje de ingeniero, de médico, de geólogo, y luego crece la piel por encima de la ropa, o sea, que esa persona ya no se lo puede quitar."
Alice Munro, Premio Nobel de Literatura 2013
Hay un momento en la vida en que te planteas qué haces, quién eres y qué puedes hacer para cambiarlo todo. Hay un momento en que desearías ser un ave fénix, morir y resurgir de tus cenizas para hacer las cosas de otra manera. Ese es el momento en que o arriesgas o te quedas atrás.
miércoles, 16 de octubre de 2013
martes, 15 de octubre de 2013
Escuchar... y nada más
Me encerré entre aquellas cuatro
paredes y dejé que mis ojos dejaran de mostrármelo todo. Cerré las cortinas de
todos mis sentidos, excepto de uno. Me senté y llevé mi dedo hasta el botón que
daría comienzo a mi viaje. Y de qué manera puede hacerte ella sentirlo todo de
forma tan intensa, sin tan siquiera rozarte. A veces es un hilo fino que se nos
cuela en el oído y nos hace cosquillas, atravesándonos la garganta, formándonos
un nudo, cortándonos la respiración y posándose en el corazón. Ya es tarde para
resistirse a algo como esto. Ahora es como un manto de seda que nos envuelve,
que nos pone los pelos de punta con el primer roce. He ido saltando entre las cuerdas de un
violín, un violín que lloraba. Me he escondido de los golpes de un tambor y he
esperado al sonido de una flauta para salir, desperezarme y seguir flotando
entre las notas de un lugar que desconozco. Un lugar en el que me quedaría para
siempre. Ya es tarde para no dejarse
llevar. Ya estoy dentro, en algún lugar que no existe en ninguna parte. Dejarse
llevar. Es una fuerza superior a mí y a todo, una fuerza que eleva cada una de
las cosas que siento a un nivel aún más alto. Esto es magia, es incomparable a
nada. Cómo pasar de la plenitud a la agonía, a la tristeza más absoluta. Solo ella lo consigue, sólo ella nos traslada a cualquier parte, a cualquier época. Solo ella nos hace sentir de esta manera cosas que tal vez nunca vivamos por nuestra cuenta.
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