miércoles, 2 de abril de 2014

¿A qué estás esperando?

"Todos llevamos nuestra posible perdición pegada a los talones"
- Rosa Montero

Dar los mismos pasos que ayer. Hacer el mismo camino cada mañana para ir al trabajo, la misma hora para hacer el descanso. Ir corriendo a coger el tren que se te escapa, minutos perdidos, horas que sientes atropelladas. Esperas el momento de llegar a casa y tumbarte en la cama, el único lugar donde puedes pulsar el botón de pause.  Pero no hay pausa en este juego. Y es ahí cuando te das cuenta de que estás esperando a que empiece tu vida. Mientras caminas te ves a ti mismo sentado, viendo salir el sol, caer las hojas, la lluvia. Ves morir cada estación al mismo tiempo que las ilusiones por las que nunca luchaste lo suficiente. Solo te sientes idiota por algo que no sabes explicar. Buscas excusas para llorar, excusas para reír. Excusas para no vivir esa vida que soñabas, porque crees que era cosa de otro hacerla real. “Esta es mi realidad”, te dices a ti mismo, como resignándote ante la losa que tú mismo te has puesto encima. Tu realidad no es más que tu propia cobardía. Cobarde por no querer entender lo que sientes, por no hacer lo que deseas. Te niegas a emplear tu tiempo en las cosas que te hacen feliz, porque todas ellas requieren cierto riesgo. Y ya lo has dejado claro, no quieres asumir los riesgos, quieres quedarte sentado mirando cómo todo pasa, como si nada pasara en ti. Porque me importas, te doy un consejo que aprendí hace tiempo: deja los errores del pasado, deja de echar de menos quién fuiste, deja de castigarte por no ser quién quisiste. Simplemente sigue adelante, recuérdate a ti mismo quién eres y oblígate a tomar decisiones. Recuerda que toda decisión tiene un riesgo, pero créeme, la mayoría de las veces merece la pena correrlo. 


jueves, 27 de marzo de 2014

Hoy es uno de esos días...


"Me he inventado mil historias
En las que tú te vas
Solo para no reconocer
Que yo estoy lejos ya.
Me he despertado muchas veces
Buscándote
Y cuando te veo aquí
Todo sigue igual

Igual, ya no siento nada si no estás
Ya no busco tu nombre por si estás

Yo quería recorrer tus labios y besar
Tu boca y descorchar mi vida junto a ti
Yo quería haberte sido fiel y navegar por tu jardín
Y ver tus flores crecer en mí

Para serte sincera, ya no busco nada
Ni un cachito de tu cuerpo para besar
Ya no lloro lo que ya he perdido
Ya no tengo ganas de seguir igual

Igual, ya no siento nada si no estás
Ya no busco tu nombre por si estás

Yo quería recorrer tus labios y besar
Tu boca y descorchar mi vida junto a ti
Yo quería haberte sido fiel y navegar por tu jardín
Y ver tus flores crecer en mí

Te he dejado, he dejado de decirte
De decirte que te quiero
Para que vayan borrándose las veces
Que pedí que no te fueras
Pero te juro que…

Yo quería recorrer tus labios y besar
Tu boca y descorchar mi vida junto a ti
Yo quería haberte sido fiel y navegar por tu jardín
Y ver tus flores crecer en mí"

martes, 18 de marzo de 2014

Del tiempo, las dudas

"Tan a destiempo llega el que va demasiado deprisa como el que se retrasa demasiado"
- William Shakespeare

Como cada mañana, como cada noche, ante el espejo. Espejo que siempre devuelve la mirada, que no duda en acompañar los movimientos, que se acerca para mirarte más de cerca a los ojos. Y te recuerda, con cada mueca, con cada gesto, cuántas cosas tienes y cuántas perdiste. Cuántas extrañas y cuántas desearías olvidar. Espejo, que no cesa en su empeño de recordarte que dudas. De ti, del trabajo, del presente, del futuro, de las causas, del por qué, del desastre que has causado. El tiempo que pasa, rápido o lento, asfixiante, metiéndote el miedo en el cuerpo ante la incertidumbre. Siempre esa maldita sensación de que vas a salirte de plano antes de lo que deseas. Esa fijación con que vas por detrás del resto. El zumbido penetrante del vacío que temes, se aproxima. A la vuelta de la esquina, tu destino te espera para reírse por aquel error, por las palabras que nunca dijiste, por las puertas que te cerraste. Puedes oler, ante el espejo, tu propio miedo. Un olor que comparte espacio con tus secretos. ¿Y ahora qué? Desearías, justo cuando empiezas a perderte en tus propias paranoias, que algo llegara para arrancarte el temor que se ha ido acomodando en los huesos, o las dudas. Siempre las dudas. Las que te inquietan hasta que molestan. Las que te arden hasta enloquecerte. Las que te alejan del mundo real. Las que le dan la vuelta a todo y te vuelven del revés. Esas dudas que, cada noche y cada mañana hacen que encuentres a un desconocido ante el espejo.  



miércoles, 26 de febrero de 2014

A tientas

"Una solución que te hunde vale más que cualquier incertidumbre"
- Boris Vian

El paso por la vida es una incógnita constante, recorriendo a tientas las calles frías donde nadie se preocupa por nadie. El paso por la vida es una incógnita constante. Sostienes el hilo por el que trato de mantener el equilibro. No soy yo quien controla mi destino, al menos, no ahora. Quién decide si caer o llegar. Cómo mantener la fuerza ante el gesto más inesperado, eso que me otorga un instante de quietud. Eso que detiene el tiempo y lo hace mío. Ese instante en que me mezclo con el aire y siento que volar es cosa de aficionados. Yo soy el aire y hago que te balancees conmigo. Yo soy el aire y te permito respirar. Soy el perfume que desprende tu cuello. Soy el espacio entre tus pisadas. Una mentira que dura tan solo unos segundos, hasta que me doy cuenta que no soy yo quien domina mi respiración, mis sentidos. No soy yo el aire que me pesa en los hombros, ni el oxígeno que me falta por las mañanas. La llave que hace bombear mi sangre, que hace que todo mi cuerpo sienta o se desplome. 

   Y hoy siento que el viento mece mis recuerdos, cuando ayer los enfriaba. Cómo explicarte. Me pierdo entre las horas, me agarro a los momentos que se graban en mi memoria. Recuerdos que se unen formando un puzle. Demasiadas piezas quieren encajar y, por más que lo intento, no puedo. Quiero entender por qué está pasando esto ahora, qué va a pasar después. En cambio, siempre hay alguien que me recuerda que hay etapas en la vida que solo podemos entender cuando tenemos la suficiente distancia en el tiempo como para leer el cuento completo. Poder ver la figura que forman nuestros actos. Es como estar en un pozo y solo ver ladrillos, oler la humedad, sentir el frío, sudar del pánico. Demasiado miedo a trepar, demasiado miedo a llegar al final y encontrar una realidad desconocida. Cosas sin sentido me pasan por la cabeza, ya ves. Así van las cosas ahora.  

             
   

martes, 25 de febrero de 2014

La voz del silencio

Hay ocasiones en que me siento a escribir, en las que quiero plasmar de una vez todo lo que siento dentro de mí. Es precisamente cuando más lo necesito, cuando menos surgen de mí las palabras que lo describan. Reconozco que, en esas ocasiones, solo puedo refugiarme en las letras a las que otro dio voz...


"Quisiera estar un poco a solas con los sueños que perdí.
Y del misterio del silencio una voz viene hasta mí, y cobran vida muchas cosas que olvidadas ya creí, que están en tu voz.
Yo, que te quiero tanto, bendigo este silencio, que vuelve a darme la ilusión perdida. Retornan a mi alma las horas de ternura que, junto a tí, yo disfruté.
Por ella sé la inmensa pena de saber lo que es perder, y es siempre tu voz, que llega de la ausencia, envuelta en el silencio, a refugiarse dentro de mis venas.
En la voz del silencio encuentro nuevamente el ansia loca de buscarte, ilusionado, y demorir en la ternura de tu amor, en la ternura de tu amor, en la ternura de tu amor.

Quisiera estar un poco a solas con los sueños que perdí."


- Andrea Bocelli


domingo, 16 de febrero de 2014

Última parada

"La medida del amor es amar sin medida"
San Agustín

Subes al tranvía. Te sientas en el asiento más recóndito. Por si acaso, te encierras un poco más en ti mismo. Miras hacia la ventana, apoyas la cabeza. Escuchas música. Piensas. Tantas cosas escapan a tu conciencia y lo sabes. Mas agradeces un poco de ignorancia sobre determinadas cosas. Eres consciente de que no podrías con tanta carga, tanta información que solo retrasaría el momento de salir adelante. O tal vez lo agilice un poco, qué más da. Es mejor dejarlo estar. Eso es lo que todos te dicen. Tú, en cambio, quieres dejarte llevar, pero no puedes. Hay algo, algo dentro o fuera que te dice que no es posible. El mundo no gira a tu alrededor. Esa frase te ha perseguido toda la vida, a ti y a todos. Acaso crees que eres diferente al resto. Acaso crees que tu historia es más trágica ahora, o que debe acabar de forma mágica después. Te das cuenta de que no eres más que un número en una lista. Un nombre en un papel. Una pisada de hormiga en comparación con todo lo demás. Aún queda camino, tu respiración empieza a empañar la ventana. Estás nervioso, la música te saca de aquel mundo, pero te lleva a otro peor. Sacas tus propias conclusiones a todo. Palabras detrás de los silencios, pensamientos detrás de las miradas. Has caminado durante horas buscando tus lágrimas, sin encontrar siquiera un leve sollozo. Hace tiempo que no entiendes de eso. Eso se acabó, como todo. Porque todo acaba. O no. Esa es la vida, no sabes cuándo el error es cometer el error o seguir adelante sin más.  Ahora entiendes que no eres más que un ser ridículo más buscando respuestas. Respuestas sobre ti mismo, sobre tu pasado, sobre tus mentiras. Cuando tienes la verdad no vale de nada. Siempre quieres más y nada te sacia. Bajas del tranvía, última parada: soledad.





miércoles, 29 de enero de 2014

Rupturas. Toda una ciencia.

"Humor es posiblemente una palabra" 
Groucho Marx

Todo el mundo tiene su propia teoría de cuánto tarda una persona en superar una ruptura. Yo, que soy muy dada a hacer listas, diarios y pasos a seguir para qué más da el qué, me dispongo hoy a proponer lo que considero las fases que sigue una persona tras una ruptura. Una persona normal, hago saber.

Fase 0. Se produce la ruptura, ese momento incómodo en que no sabes cómo decirlo, cómo se lo va a tomar la otra persona. O, tal vez, ese momento en que esa persona viene y te suelta que ya no te quiere, que ya no quiere estar contigo, que te ha puesto los cuernos, o cualquier cosa que lleve comiéndole la cabeza durante meses, semanas o, puede que horas. Insultos, lágrimas, cosas que se echan en cara, cosas que nunca supiste. Ese temblor tonto que se nos cuela en la garganta. Ese “adiós” inconcluso…

Fase 1. Tienes miedo, pánico. Te preguntas cómo vas a proseguir con tu vida sin esa persona. Todo lo que hacías lo hacías gracias a ella, con su ayuda. ¡Quiero volver, en realidad todo iba bien! Es la frase que más pronuncias a lo largo de un día. Tu impulso es llamarle, suplicarle volver. Si es necesario irías corriendo hasta su casa, irrumpirías en la mesa del comedor, te subirías a la mesa y le cantarías esa canción que considerabas “nuestra”. Es importante, en esta fase, tener unos buenos amigos que sepan frenarte a tiempo para que no causes un estropicio. ESTROPICIO: véase que vuelvan y a las dos semanas te des cuenta de que cometiste el error; véase también que no vuelvan, que hagas el ridículo y que la otra persona sienta rechazo/pena/odio por ti.

Fase 2. Vale, vale. No. Estás decidido, vas a seguir con tu vida. No necesitas a esa persona tanto como creías. O sí… no, no tranquilidad. Aún tienes amigos en los que puedes refugiarte. Sí, pero sientes que no es suficiente. Nada lo es. De vez en cuando lloras, porque recuerdas cosas. Esos típicos momentos de felicidad, esos que ahora te parecen los únicos. Todas las cosas malas que veías cuando aún no habías roto han desaparecido para ti. Lo importante de este momento es que ya eres capaz incluso de reírte y, con un poco de suerte, de llevarte algo a la boca sin tener la necesidad de expulsarlo ipso facto. Ya puedes, también, caminar durante más de quince minutos seguidos sin agacharte para respirar.

Fase 3. Esta es, sin duda, la más compleja de las fases. ¿Por qué? Te estarás preguntando. Verás, esta es la fase en la que sabes lo que quieres, sabes que no puedes tener lo que quieres. Haces el ridículo una vez. Te excusas: “estaba borracho, no sabía lo que hacía”. La realidad: eres idiota y lo sabes. Lo sabes ahora más que nunca. Sin embargo, hablamos de un tipo de idiotez adictiva. No queremos desprendernos de nuestros sentimientos. Todo el mundo te dice: “olvídalo, conoce a otra gente, diviértete”. Tu respuesta: “no gracias, si no es con él/ella no quiero a nadie”. Y es cierto, es así como te sientes. El problema llega cuando te das cuenta de que estás solo. Los amigos son un gran alivio, pero piensas que tal vez necesites a alguien que te quite la bobería. Alguien que te haga reír y disimular un poco el hedor de tu basura interna. Sin embargo, en lo más profundo de tu ser, sabes que nadie va a cubrir el vacío que sientes por la falta de la persona que antes fue tu otra mitad.


Y hasta aquí puedo leer por hoy. Básicamente porque no me gusta hablar de lo desconocido y estas son las únicas fases que conozco. Lo importante de todo – y es con lo que me quedo de las rupturas- es que siempre, siempre, siempre, la vida puede ser maravillosa. 

sábado, 18 de enero de 2014

No te perdono

"El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro." 
Concepción Arenal


Cuando algo me falta, lo siento en lo más profundo del alma. Es como si la hoguera que antes sentía arder tan fuerte en mi pecho, se haya convertido poco a poco en una huella de cenizas humeantes. Hay cosas que ayudan a perdonar al tiempo por haber sido tan desesperado, o que el tiempo nos perdone, por haber sido tan osados al pensar que iba a esperar por nosotros. Cuántas veces creí que las cosas seguirían como siempre aunque hiciera las cosas mal. No. La vida no funciona así. Esto es la vida real. La puta vida real.

A veces la amistad, las charlas, las risas, la música, mitigan el dolor. Sin embargo, cuando llega la hora de volver a ti mismo, adentro, en el corazón, las cosas empiezan a pudrirte de nuevo. El dolor aumenta, la mente se llena de recuerdos, de palabras, de errores. Eres tú y tu tormento. Tú eres tu propio veneno. ¿Por qué nos cuesta tanto entender que hemos perdido? ¿Por qué nos cuesta entender que a pesar de todo, no está todo perdido?  

       
          Planeamos tanto nuestra vida, decimos que haremos tantas cosas que, a la hora de la verdad, cuando algo falla, nos quedamos solos. Solos con las palabras, con la imaginación de una vida paralela que creímos posible. Solos ante nuestro espejo. Yo me miro cada mañana en mi espejo y pienso quién soy, quién he sido y quién seré a partir de ahora. Y no quiero saber, no quiero saber quien seré. Pero sí quién he sido, quiero saber por qué he hecho lo que hecho porque, si eso me ha traído hasta aquí, no quiero ser más esa persona.