"Una solución que te hunde vale más que cualquier incertidumbre"
- Boris Vian
El paso por la vida es una incógnita constante, recorriendo a tientas las calles frías donde nadie se preocupa por nadie. El paso por la vida es una incógnita constante. Sostienes el hilo por el que trato de mantener el equilibro. No soy yo quien controla mi destino, al menos, no ahora. Quién decide si caer o llegar. Cómo mantener la fuerza ante el gesto más inesperado, eso que me otorga un instante de quietud. Eso que detiene el tiempo y lo hace mío. Ese instante en que me mezclo con el aire y siento que volar es cosa de aficionados. Yo soy el aire y hago que te balancees conmigo. Yo soy el aire y te permito respirar. Soy el perfume que desprende tu cuello. Soy el espacio entre tus pisadas. Una mentira que dura tan solo unos segundos, hasta que me doy cuenta que no soy yo quien domina mi respiración, mis sentidos. No soy yo el aire que me pesa en los hombros, ni el oxígeno que me falta por las mañanas. La llave que hace bombear mi sangre, que hace que todo mi cuerpo sienta o se desplome.
Y hoy siento que el viento mece
mis recuerdos, cuando ayer los enfriaba. Cómo explicarte. Me pierdo entre las
horas, me agarro a los momentos que se graban en mi memoria. Recuerdos que se
unen formando un puzle. Demasiadas piezas quieren encajar y, por más que lo
intento, no puedo. Quiero entender por qué está pasando esto ahora, qué va a
pasar después. En cambio, siempre hay alguien que me recuerda que hay etapas en
la vida que solo podemos entender cuando tenemos la suficiente distancia en el
tiempo como para leer el cuento completo. Poder ver la figura que forman
nuestros actos. Es como estar en un pozo y solo ver ladrillos, oler la humedad,
sentir el frío, sudar del pánico. Demasiado miedo a trepar, demasiado miedo a
llegar al final y encontrar una realidad desconocida. Cosas sin sentido me
pasan por la cabeza, ya ves. Así van las cosas ahora.