"Humor es posiblemente una palabra"
Groucho Marx
Todo el mundo tiene su propia
teoría de cuánto tarda una persona en superar una ruptura. Yo, que soy muy dada
a hacer listas, diarios y pasos a seguir para qué más da el qué, me dispongo
hoy a proponer lo que considero las fases que sigue una persona tras una
ruptura. Una persona normal, hago saber.
Fase 0. Se produce la ruptura, ese momento incómodo en que no sabes
cómo decirlo, cómo se lo va a tomar la otra persona. O, tal vez, ese momento en
que esa persona viene y te suelta que ya no te quiere, que ya no quiere estar
contigo, que te ha puesto los cuernos, o cualquier cosa que lleve comiéndole la
cabeza durante meses, semanas o, puede que horas. Insultos, lágrimas, cosas que
se echan en cara, cosas que nunca supiste. Ese temblor tonto que se nos cuela
en la garganta. Ese “adiós” inconcluso…
Fase 1. Tienes miedo, pánico. Te preguntas cómo vas a proseguir con
tu vida sin esa persona. Todo lo que hacías lo hacías gracias a ella, con su
ayuda. ¡Quiero volver, en realidad todo iba bien! Es la frase que más
pronuncias a lo largo de un día. Tu impulso es llamarle, suplicarle volver. Si es
necesario irías corriendo hasta su casa, irrumpirías en la mesa del comedor, te
subirías a la mesa y le cantarías esa canción que considerabas “nuestra”. Es importante,
en esta fase, tener unos buenos amigos que sepan frenarte a tiempo para que no
causes un estropicio. ESTROPICIO: véase que vuelvan y a las dos semanas te des
cuenta de que cometiste el error; véase también que no vuelvan, que hagas el
ridículo y que la otra persona sienta rechazo/pena/odio por ti.
Fase 2. Vale, vale. No. Estás decidido, vas a seguir con tu vida.
No necesitas a esa persona tanto como creías. O sí… no, no tranquilidad. Aún
tienes amigos en los que puedes refugiarte. Sí, pero sientes que no es suficiente.
Nada lo es. De vez en cuando lloras, porque recuerdas cosas. Esos típicos
momentos de felicidad, esos que ahora te parecen los únicos. Todas las cosas malas
que veías cuando aún no habías roto han desaparecido para ti. Lo importante de
este momento es que ya eres capaz incluso de reírte y, con un poco de suerte,
de llevarte algo a la boca sin tener la necesidad de expulsarlo ipso facto. Ya puedes, también, caminar
durante más de quince minutos seguidos sin agacharte para respirar.
Fase 3. Esta es, sin duda, la más compleja de las fases. ¿Por qué? Te
estarás preguntando. Verás, esta es la fase en la que sabes lo que quieres,
sabes que no puedes tener lo que quieres. Haces el ridículo una vez. Te excusas:
“estaba borracho, no sabía lo que hacía”. La realidad: eres idiota y lo sabes. Lo
sabes ahora más que nunca. Sin embargo, hablamos de un tipo de idiotez
adictiva. No queremos desprendernos de nuestros sentimientos. Todo el mundo te
dice: “olvídalo, conoce a otra gente, diviértete”. Tu respuesta: “no gracias,
si no es con él/ella no quiero a nadie”. Y es cierto, es así como te sientes. El
problema llega cuando te das cuenta de que estás solo. Los amigos son un gran
alivio, pero piensas que tal vez necesites a alguien que te quite la bobería. Alguien
que te haga reír y disimular un poco el hedor de tu basura interna. Sin embargo,
en lo más profundo de tu ser, sabes que nadie va a cubrir el vacío que sientes
por la falta de la persona que antes fue tu otra mitad.
Y hasta aquí puedo leer por hoy.
Básicamente porque no me gusta hablar de lo desconocido y estas son las únicas
fases que conozco. Lo importante de todo – y es con lo que me quedo de las
rupturas- es que siempre, siempre, siempre, la vida puede ser maravillosa.